Continuación del libro Chico Malo-Mira, te ves igualita a la princesa Moana -dije mientras giraba a Crystal frente al espejo de cuerpo entero para que pudiera contemplar su reflejo. Sus ojos se abrieron de par en par, incrédulos. -¡Moana! -se señaló a sí misma en el espejo, como si creyera estar frente a la verdadera princesa en lugar de verse a ella. -Eres tú -solté una suave risa y acomodé la corona de flores sobre sus rizados cabellos castaños. -¿Te gusta? -Sí... gracias, mamá -asintió con entusiasmo, mordiéndose el dedo índice junto al labio, un hábito que no había podido dejar desde que le salían los dientes. -Eres tan hermosa. Feliz cumpleaños, mi amor -me arrodillé para abrazarla. No pude evitar emocionarme al verla tan feliz y saludable otra vez. Recordé lo grave que estuvo hace apenas tres meses. Fue una experiencia muy dura para toda la familia; el miedo a perderla era real. No dejaba de rezar para que nunca volviera a suceder. -Vamos, bajemos. La fiesta te espera. -¡Ma -pastel! -saltó y aplaudió emocionada. Me puse de pie y tomé su mano. -Claro que sí. Tu pastel es increíble. ¿Ya practicaste cómo soplar las velas? -Sí, mamá. Emmie me enseñó. Sonreí al pensar en Emerald, tan emocionada estos días. No podía esperar a que comenzara la fiesta, como si fuera su propio cumpleaños. -¡Qué bien! -le dije a Crystal.