Podría, tal vez, pensarse este libro como una cartografía marítima o paisaje glacial en el que emergen, al centro de Página, poemas como témpanos, islotes sonoros por nombrar -ya Lector se encargará de bautizar los. Sintaxis fragmentada, ritmos sediciosos, jirones prosódicos sostenidos en un lirismo conceptual ('no hay momento perdido en pensamiento') que jamás se deja seducir por Bella poesía. Emily Dickinson (aquí resuenan ecos de la 'monja de Amherst') pensó 'alcanzar - Mi Península Azul [donde] perecer - de Gozo'; Témpanos habita esa Península, esa muerte por gozo poético.
