En un pequeño pueblo donde las horas parecen dormidas, vive un anciano relojero que ya no mide el tiempo con manecillas, sino con la luz del sol.Su taller guarda más que engranajes y péndulos: es un refugio de historias, de silencios y de recuerdos que laten en cada tic-tac. A través de catorce capítulos llenos de poesía y ternura, El relojero del tiempo detenido nos invita a redescubrir la belleza de lo sencillo: la paciencia, la espera y los instantes que nunca vuelven. Una obra que habla del paso del tiempo, de la fragilidad humana y de la eterna esperanza de quien, aun perdiendo el reloj, nunca deja de escuchar el corazón.