(...) tiene una cadencia que mezcla lo clásico con lo urbano, lo simbólico con lo visceral, lo culto con lo punk. Hay Kavafis y hay trap, hay golondrinas y pistolas rusas. Esa mixtura no es impostada: es natural en la esencia de Carolina de Souza. En estas páginas habita un cuerpo que ama, sangra, y canta. Un cuerpo cualquiera, sí. Pero también único. Un cuerpo que se nombra a sí mismo para no desaparecer.