La soledad del árbol… o la soledad del mar, la soledad del mundo, la soledad del hombre. O la necesaria soledad de un verso. O la soledad del río que abandona su cuna para reconocerse como inequívoca corriente, siempre nueva, siempre otra y siempre la misma; victoriosa en múltiples accidentes siempre presentes, siempre lluvia. O la soledad de una niñez siempre inacabada, siempre lluvia. No sé cuál es tu opinión. Ya me contarás.