Esta novela histórico-satírica tiene por cuadro histórico los albores del Reino de Wamba. Como deja entrever su título, Tabarnia en tiempos de Wamba, la voluntad del autor es revelar los numerosos nexos que existen entre los nobles rebeldes, que en la segunda mitad del siglo VII no cesaron de hostigar al recién entronizado Wamba para que les otorgara la suma de privilegios a los que injustamente pretendían y los estrafalarios sediciosos «separatas» que, en la actualidad, se autoproclaman legítimos herederos de toda una comunidad autónoma y que se desviven por romper la unidad de una nación. La intención del autor es, ante todo, satírica, aunque también obedezca al deseo de revelar la similitud que existe entre el estado caótico del Reino Visigodo, heredado por Wamba en el año 672, y la actual Tabarnia, con las derivas de los políticos quijotescamente autoproclamados enmendadores de entuertos que, atropellando las leyes, se deleitan con teorías supremacistas y aniquiladoras. ¿En qué ha de parar el sedicioso juego de seducción? ¿Acabarán hundiendo la comunidad entera en un cenagal del que nadie saldrá ileso? La respuesta se halla en Edelvira, la doncella rehén que, debido a lo simbólico de su persona, los sediciosos utilizarán hábilmente como moneda de cambio. En dicha novela, los obispos de Magalona o el del Toledo visigodo se cruzan a menudo con los adoctrinadores «podemitas», «putusdemoniacos», «antidicomaritas» y «cerentianos», confiriendo a la obra un carácter lúdico que, por su singularidad, ha de gustar a numerosos lectores.
