Como muchos otros que han tratado de averiguar quién causa las guerras y las revoluciones, y por qué, me he abierto camino a tientas a través de la niebla roja de la propaganda luciferina durante muchos años. He reunido miles de pruebas. He encontrado cientos de pistas por todo el mundo. En un momento u otro he culpado al capitalismo egoísta, al comunismo, al nazismo y al sionismo político. Otras personas a las que consulté estaban igualmente convencidas de que una u otra de estas fuerzas malignas era el PODER SECRETO que trabajaba entre bastidores para obligar a los gobiernos a adoptar políticas que acabarían forzándoles a guerras y revoluciones. Algunos culparon a la Iglesia Católica Romana, otros a la Masonería, otros al Judaísmo, a los Federalistas Mundiales, a los Bilderbergers.Pero cuando utilicé la Santa Biblia, la Palabra inspirada de Dios, para verificar la verdad o falsedad de cada prueba, empecé a darme cuenta de la VERDAD. Esa verdad es que la revuelta luciferina contra el derecho de Dios a ejercer la autoridad suprema sobre todo el universo se trasladó a esta tierra en el Jardín del Edén. Ha estado creciendo desde entonces, hasta que ahora ha alcanzado su etapa semifinal. Los responsables de la conspiración han utilizado todos los trucos del libro para enfrentar a grupos de personas entre sí, dividiéndolos en bandos opuestos, armándolos y haciendo que se enfrenten por una cuestión u otra. Cuando pensé en cómo los enemigos de una guerra se aliaron en la siguiente, cómo los capitalistas financiaron las llamadas 'revoluciones obreras', cómo los que se llaman judíos pero no lo son y mienten, sacrificaron a tantos hermanitos judíos como fue necesario para servir a sus propios fines diabólicos; cómo la propaganda diabólica dividió a millones de cristianos en ejércitos opuestos, y les hizo luchar y matarse entre sí por decenas de millones, sin que ninguno de los implicados tuviera la menor animadversión personal hacia el otro; entonces me convencí de que las Sagradas Escrituras son la Palabra inspirada de Dios, y de que Jesucristo vino a la tierra para advertirnos de la existencia de la conspiración luciferina. Vivió, sufrió y murió para dar a conocer las verdades que nos liberarán de las ataduras de Satanás para que podamos disfrutar de la felicidad eterna con su Padre celestial y el nuestro. Ahora depende de nosotros. Podemos aceptar o rechazar la verdad.