«Volví a dar con el autoestopista en una ciudad pequeña del sudeste de Francia, después de llevar años sin pensar en él. Lo hallé enamorado, asentado, era padre. Recordé todas las razones por las que, antaño, había decidido pedirle que saliera de mi vida. Llamé a su puerta. Conocí a Marie». En Por las carreteras, Sylvain Prudhomme ahonda en la fuerza de la amistad y del deseo, y en el vértigo ante la multitud de existencias posibles.