Im Chul-Woo (Corea, 1954) representa en la literatura coreana una de las referencias imprescindibles de la escritura como resistencia. Sobreviviente de la masacre de Kwangju, mayo de 1980, una parte importante de su obra se alza como una lúcida denuncia al período de los regímenes autoritarios surgidos con posterioridad a la Guerra de Corea, entre las décadas de los 60 a los 80.Sin renunciar a la literatura de testimonio, la obra de Im Chul-Woo se inscribe en una suerte de realismo fantástico, donde a veces se diluyen las fronteras entre la ficción y la realidad.Para ello acude al uso de símbolos, metáforas y alegorías en los que la violencia represora, la cosificación del perseguido, la aniquilación de las conciencias y el secuestro de la palabra cobran una dimensión infernal.Las cinco historias que recoge el volumen muestran el amplio registro narrativo del autor: “La habitación roja” es un eficaz relato sobre la tortura y la deshumanización represiva; “Época estéril” es una alegoría sobre la supresión de la libertad de expresión, que cobra vida en los niños a los que se les ha cortado la lengua; “Los días primaverales” da cuenta de unas conciencias atormentadas por la culpa; en “Mar del lobo” el rechazo del hijo a la violencia irracional del padre deviene en símbolo de la autoafirmación; y “Línea recta y gas tóxico” es una metáfora sobre la imposibilidad de decir la verdad en una época de violencia.