Afirmar que Enrique Jardiel Poncela es un autor de vanguardias es algo tan obvio como leer esta metáfora, perteneciente a ¡Espérame en Siberia, vida mía!: Se acomodaron al aire libre, bajo un cielo que goteaba estrellas. Sin embargo, como todos sabemos, las vanguardias se propusieron retorcer el cuello al cisne modernista, siendo así que, según denunció César Vallejo, autor también de la imagen del cisne cuelliretorcido, a base de preocuparse por construir una estética antiéstetica, desembocaron en una preocupación excesiva por la forma sin contenido: antiforma, pero forma. Ése no es el caso de Jardiel, todas y cada una de cuyas palabras son pinceladas del alma humana. Por ello ofrecemos al lector El amor es un microbio, un conjunto de piezas breves de teatro, aforismos, poemas, artículos y cuentos publicados en la revista Buen Humor y Gutiérrez, entre 1923 y 1929, todos ellos acerca de las travesuras del diosecillo ciego.Manifestaba nuestro autor en la semblanza que hizo de sí mismo enAmor se escribe sin hache que publicar y cobrar los versos sinceros es tan sucio como comentar la belleza de la mujer que perfuma con sus cabellos nuestra almohada; y tan insincero fue, que lo hizo hasta consigo mismo, puesto que nos hallamos ante uno de los escritores más románticos y con más calor humano que ha conocido la historia de la literatura universal, que se valió, eso sí, de uno de los recursos más afilados: el humor.Francisco Javier Rodríguez Barranco. 10